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Fray Esteban Arroyo González, OP.
(1910-2004)
 

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En la solemnidad de la Navidad de 2004, falleció el padre Esteban Arroyo en su celda de la casa de Santo Domingo de Querétaro, asistido por su fiel enfermera Alicia y por sus hermanos de hábito. Fray Esteban era el decano de los dominicos de México. Nació en Sotillo de San Vítores, Cantabria, España, el 21 de noviembre de 1910, en una familia muy humilde. De niño ingresó a la Escuela Apostólica de Las Caldas de Besaya, provincia de Santander y en 1927, tomó el hábito en el convento de San Juan Bautista de Corias, Asturias, donde profesó y cursó los estudios de filosofía. En 1931 pasó al convento de San Esteban de Salamanca para estudiar teología, y el 22 de septiembre de 1934 fue ordenado sacerdote en la casa episcopal de la diócesis de Zamora. Dos años después, en 1936, antes del inicio de la guerra civil española, fue asignado a la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, en San Antonio, Texas.


En los Estados Unidos, fray Esteban aprendió inglés y se preparó para el apostolado dominicano. En 1937 fue destinado a la casa de Aguascalientes, México, donde la comunidad y su entrega al apostolado le ayudaron a poner en manos de Dios su preocupación por la falta de noticias de su familia, que se encontraba en España padeciendo la guerra civil. Él siempre lo reconoció: << mi asignación a Aguascalientes fue un consuelo». Otros de sus destinos en la República mexicana, durante los años cuarenta y cinco, fueron las casas de San Luis Potosí, La Candelaria y San Vicente Ferrer. En la Ciudad de México, fray Esteban se enfermó de tuberculosis, estuvo hospitalizado mucho tiempo y los médicos no le daban esperanzas de vida.


En la casa de San Vicente Ferrer, localizada en el Distrito Federal, con una voluntad mayor a sus fuerzas, fray Esteban Arroyo alentó a la señora Leonor Baqueriza a fundar en 1948, la Congregación de las Hermanas Dominicas de la Doctrina Cristiana, dedicada a la evangelización, la catequesis y la labor socio- educativa entre las familias más pobres . Este acompañamiento lo continuó hasta su muerte el padre Joaquín Peñamaría. En 1953, aún delicado de salud, fray Esteban fue destinado a la casa de Oaxaca, donde fue superior de 1953 a 1959, años en que logró la construcción del retablo mayor del templo con el apoyo económico de los fieles. Mientras los ebanistas oaxaqueños tallaban el gran retablo, el padre Arroyo inició la redacción de sus libros de historia, colaboraba como articulista en los periódicos locales y con la ayuda de fray Pascual Hernando, atendía el culto. Las obras que escribió -una biografía del cronista del siglo XVII, fray Francisco de Burgoa, una guía del templo y ex convento de Oaxaca y una relación de los misioneros y fundaciones dominicanas en los siglos XVI y XVII- son lecturas obligadas de la historiografía oaxaqueña colonial.

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1. En la actualidad esta congregación tiene tres provincias y dos vicarias en México, Estados Unidos, Colombia y  Guinea Ecuatorial.

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En 1959, al concluir su gran obra oaxaqueña, fray Esteban pensó vivir definitivamente en España y fue asignado como capellán al monasterio de las monjas dominicas de Santa María la Real, en la población de Medina del Campo, provincia de Valladolid. Sin embargo, allí sólo permaneció algunos meses porque no se adaptó al duro clima de Castilla, y se vio forzado a pedir su regreso a México, donde fue destinado a otros conventos, en los cuales continuó sus obras apostólicas y de historiador. A la casa de Querétaro llegó en 1969, y en ella fue cinco periodos superior, mejoró el templo, impartió clases de Biblia, espiritualidad e historia, colaboró con la prensa
local y publicó más de diez libros de historia de la Orden en México y muchos folletos y boletines. En 1989, con fray Santiago Rodríguez López y fray Carlos Amado Luarca, fundó el Instituto Dominicano de Investigaciones Históricas, cuya sede es la casa de Querétaro. Asimismo, en los últimos años de su vida, colaboró con entusiasmo en la formación espiritual y académica de las religiosas de la congregación de las Hermanas Dominicas de María, visitándolas en el santuario de Atotonilco, impartiéndoles clases y escribiendo la biografía de su fundadora, la madre María Almaguer.

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En 1993, debido a su labor en la construcción del retablo mayor del templo de Santo Domingo de Oaxaca y a su extensa historiografía, el gobierno de ese estado le otorgó un diploma, como oaxaqueño ilustre, en un emotivo homenaje organizado en la casa de Oaxaca, en la ciudad de México. En la primavera de 2004, fray Esteban viajó por última vez a la ciudad de Oaxaca para recibir el nombramiento de ciudadano distinguido y la imposición de la medalla Donají, en una sesión solemne del Cabildo de la ciudad el 25 de abril. El padre Esteban leyó su nombre grabado en el salón de Cabildos, junto al de otros ilustres oaxaqueños. Aún tuvo la fortaleza para visitar el árbol del Tule, las zonas arqueológicas de Mitla y Monte Albán y otros lugares, pero donde acudió varias veces fue a saludar a la Virgen María de la Soledad, el nunc dimitis del venerable padre. En septiembre de 2004, cumplía 70 años de sacerdocio. Él ya no quería ninguna fiesta, pero por el honor del sacerdocio católico y para agradar a sus hermanos dominicos y a sus muchas amistades, aceptó que se celebrara una misa solemne que fue presidida por el prior provincial, fray Jorge Rafael Díaz Núñez, acompañado de muchos sacerdotes y fieles.
En los últimos meses de 2004, la salud del padre Arroyo se fue deteriorando. La víspera de su muerte, el día de Nochebuena, coinciden en la casa de Querétaro el obispo de la diócesis, don Mario de Gasperín, y el maestro de la Orden, fray Carlos Azpiroz. Ambos pasaron a su habitación, ambos le dieron su bendición. El maestro de la Orden le dirigió unas palabras, que el enfermo entendió bien, y añadió un beso en la frente del venerable dominico. A las 9:45 hrs., del día de Navidad, fijos sus ojos en el sacerdote que lo absolvía, entregó su espíritu al Señor, mientras las dominicas de María cantaban la Salve. Fray Esteban fue un religioso de carácter fuerte, buscador incansable de la verdad y un enamorado de la Orden, de la Iglesia y de Oaxaca.

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 "Anuario Dominicano Oaxaca, 1529-2006 Tomo II" (Consejo de redacción, 2006, p. XIII-XV).

Línea del tiempo

En esta breve línea del tiempo daremos un vistazo a la vida de Fr. Esteban Arroyo, por medio de las fotos que se guardan en el acervo fotográfico del Instituto Dominicano de Investigaciones Históricas. 

*Se recomienda picar en la imagen para visualizar el contenido de la línea del tiempo en pantalla completa, para observar por completo las fotografías y su información.

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